Renacimiento

RENACIMIENTO

Entre 1350 y 1550 la sociedad europea occidental conoció y vivió una auténtica revolución espiritual, una crisis de perfiles muy nítidos en todos los órdenes de la vida; una profunda transformación del conjunto de los valores económicos, políticos, sociales, filosóficos, religiosos y estéticos que habían constituido la vieja civilización medieval, aquella que había sido definida, con un cierto desprecio, como la edad de las tinieblas. La imagen que historiográficamente poseemos de aquel período que denominamos Renacimiento es, por consiguiente, la de una época cuyo común denominador fue la transformación, la renovación y la creación de nuevos códigos de conducta. Son precisamente éstos los términos más utilizados por Burckhardt para caracterizarla: el Renacimiento es una época de ruptura con el mundo medieval, un período de renovación del arte y de las letras, de recuperación y de acercamiento a los clásicos, de restauración de la Antigüedad, de un uso novedoso de la razón en todos los campos del saber. Asimismo, el período se caracteriza por la aparición de un fuerte proceso de secularización de la vida política y por la presencia de una escuela de pensamiento nueva, el Humanismo.

Sin dudarlo el Renacimiento representó un profundo cambio sobre todo como dijimos entre los Siglos XV y XVI.

Las notas esenciales del Renacimiento serían:

Un pasaje desde una visión del mundo Teocentrista al Antropocentrismo.

Una vuelta fervorosa a la cultura grecolatina: resurgirán tanto las antiguas formas arquitectónicas, como el orden clásico, la utilización de motivos formales y plásticos antiguos, la incorporación de antiguas creencias, los temas de mitología, de historia, así como la adopción de antiguos elementos simbólicos.


El Humanismo


Un espíritu aventurero y deseoso de logros excepcionales, el ardiente genio inventivo.


Un ferviente individualismo


Búsqueda de la perfección estética


Deseo de conocer y dominar la naturaleza: aparece una nueva relación con la Naturaleza, que va unida a una concepción ideal y realista de la ciencia. La matemática se va a convertir en la principal ayuda de un arte que se preocupa incesantemente en fundamentar racionalmente su ideal de belleza. La aspiración de acceder a la verdad de la Naturaleza, como en la Antigüedad, no se orienta hacía el conocimiento de fenómeno casual, sino hacía la penetración de la idea.


El Renacimiento hace al hombre medida de todas las cosas. Como arte esencialmente cultural presupone en el artista una formación científica, que le hace liberarse de actitudes medievales y elevarse al más alto rango social. Los supuestos históricos que permitieron desarrollar el nuevo estilo se remontan al siglo XIV cuando, con el Humanismo, progresa un ideal individualista de la cultura y un profundo interés por la literatura clásica, que acabaría dirigiendo, forzosamente, la atención sobre los restos monumentales clásicos. Quizás el hombre que personificó mejor la idea del renacimiento fue el italiano Leonardo da Vinci.


En materia social y política, los estratos sociales que habían sido fuertes en la época Media, pierden ahora su poderío único, hablamos del clero y la nobleza, para pasar a ceder paso a un nuevo estrato social que se irá transformando en el más poderoso: la burguesía.


En el aspecto religioso se produce la reforma de Lucero (nace el protestantismo) y la contrarreforma (Concilio de Trento)


El hombre siente que los placeres están en el mundo y que puede disfrutar de ellos, aminorando el temor por los castigos de la vida de Ultratumba. Reaparece el tópico del carpediem y la visión epicureista del goce de la vida.

El Renacimiento florecerá inicialmente en Italia y la vasta producción de arte en este estado dará muestras y fundamento de ello. No obstante el Renacimiento se expandirá con fuerza y llegará a coronar en todos los estados europeos, aunque algunos con cierto retraso y diferencias. Los estados que llegarán con cierto retraso al Renacimiento serán Inglaterra y España.

Dentro del arte renacentista es posible encontrar momentos específicos: el arte renacentista propiamente dicho, el Manierismo y el Barroco, posteriores y diferentes.


Características del arte renacentista:

Antropocentrista: se exalta por sobre todas las cosas la imagen del hombre, que se transforma en el centro de la obra artística.

Belleza ideal, se maneja el concepto de belleza idealizada: los cánones de belleza se observan con deleite y conciencia. En literatura se vuelve a los cánones antiguos de creación en cuanto a géneros y modelos.


Obras equilibradas y armónicas: todo en la obra artística debe ser apreciado como un cuerpo orgánico, todo debe estar perfectamente ubicado para que la contemplación o lectura deje manifiesta la belleza en una sola apreciación.


Naturalista: la naturaleza es conocible y dominable a la vez que maravillosa y trascendental.


Aparece la perspectiva: las obras artísticas son un todo perfecto, admirables matemáticamente. Toda obra pictórica debe tener un centro, un eje al que es posible acceder mediante el empleo de las formas geométricas. La escultura por su parte da cuenta de que la perfección de las formas humanas, en su realismo y esteticismo.


Surge el retrato como tema de la pintura: con un afán de individualismo y antropocentrismo el hombre explora representar la imagen humana


Aparecen los famosos mecenas quienes eran los patrocinadores de los artistas uno de los más famosos mecenas es “Lorenzo el magnífico” gran mecenas italiano.



HUMANISMO

Inseparable del Renacimiento, el humanismo se inició en la Italia del s. XIV y se desarrolló, en el siglo siguiente, en Francia, España y Portugal.

Humanismo fue uno de los conceptos creados por los historiadores del siglo XIX para referirse a la revalorización, la investigación y la interpretación que de los clásicos de la Antigüedad hicieron algunos escritores desde finales del siglo XIV hasta el primer tercio del siglo XVI. En realidad, fue la voz latina "humanista", empleada por primera vez en Italia a fines del siglo XV para designar a un profesor de lenguas clásicas, la que dio origen al nombre de un movimiento que no sólo fue pedagógico, literario, estético, filosófico y religioso, sino que se convirtió en un modo de pensar y de vivir vertebrado en torno a una idea principal: en el centro del Universo está el hombre, imagen de Dios, criatura privilegiada, digna sobre todas las cosas de la Tierra.

El humanista comenzó siendo, en efecto, un profesor de humanidades, es decir, de aquellas disciplinas académicas que constituían el programa educativo formulado idealmente por Leonardo Bruni. Su propósito consistía en formar a los alumnos para una vida de servicio activo a la comunidad civil, proporcionándoles una base amplia y sólida de conocimientos, principios éticos y capacidad de expresión escrita y hablada. El medio de expresión y de instrucción sería el latín, recuperado y limpio de barbarismos medievales. La lectura y el comentario de autores antiguos, griegos y latinos, especialmente Cicerón y Virgilio, y la enseñanza de la gramática, la retórica, la literatura, la filosofía moral y la historia constituían las humanidades impartidas por el humanista. Sin embargo, el humanista, como ya se ha indicado, era algo más que un maestro. Su preocupación por los problemas morales y políticos le obligó a adoptar también posiciones humanistas, en el sentido de que nada de lo humano le sería ajeno.

Además de un retorno a las fuentes grecolatinas, aportó una nueva visión del hombre (no ajena a la Reforma, a los viajes de exploración o al descubrimiento del Nuevo Mundo, a la invención de la imprenta o al mecenazgo de los nobles).

El redescubrimiento de lo antiguo no impidió, no obstante, el uso de las lenguas vernáculas y las traducciones de los libros antiguos.




Entre las figuras del humanismo renacentista, cabe mencionar a Petrarca y Bocaccio, como precursores, a Manetti y Pico della Mirandola-autores de sendos tratados sobre la dignidad humana, a Erasmo y Montaigne, por su afirmación de la centralidad del sujeto (asumida a su manera por Lutero, en cuanto a del sujeto (asumida a su manera por Lutero, en cuanto a la relación entre hombre y Dios), y a Juan Luis Vives, como humanista peninsular, aunque en un cierto exilio.


Donde con mayor fuerza se manifestó el espíritu humanista fue en la literatura: se renovaron los temas eruditos y poéticos (amor, naturaleza), los géneros (novela pastoril y picaresca), la versificación (canción, soneto) y la estilística.

No hay comentarios:

Publicar un comentario